miércoles, 24 de marzo de 2010

114. Monseñor Romero: 30 años de resurrección.

Imágen de la Procesión hacia Catedral de San Salvador,
20 de marzo de 2010.

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Nunca será sencillo encontrar las palabras adecuadas,
para hablar de un mártir, un profeta, un aténtico pastor.

El legado de Monseñor Romero, no se queda en sus palabras,
sino en la presencia de miles de personas que hoy
lo proclamamos profeta.

Treinta años después de su homicidio,
aún falta por juzgar a quienes lo asesinaron.
Pero las consecuencias más importantes
del inevitable descubrimiento de la verdad
que ahora se está dando a conocer,
traerá muchos cambios sociales y políticos
para el futuro de nuestro país.
Así, 30 años después de su martirio
Monseñor Romero sigue hablando,
y transformando la realidad de El Salvador.

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113. Los conspiradores

En una entrevista concedida a Diario Co Latino, en el año 2006, alertó de lo que pasaría justo al cumplirse el 30 aniversario del asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Y es que el capitán Álvaro Saravia revelaría cómo se ejecutó el magnicidio.

Esa “verdad” la contaría en un libro, el que quería fuera editado y publicado por alguna casa editora salvadoreña, y se lo propuso a Diario Co Latino. Casi cinco años después, decide revelar su secreto, no en un libro, sino en una entrevista concedida al periódico digital “El Faro”, donde hace importantes revelaciones, sobre todo, porque da nombres, que si bien se manejaban en los corrillos políticos, no habían salido de los labios de alguien que estuvo involucrado en el magnicidio.

Diario Co Latino, en su encuentro con Saravia, en el 2006, constató el deterioro físico del capitán Saravia, luego de que un Tribunal de Fresno, en Estados Unidos, lo condenara y tuvo que deshacerse de todos sus activos, por estar implicado en el magnicidio del Arzobispo Romero, hecho cometido el 24 de marzo de 1980.

En la entrevista al periódico El Faro, Saravia comenta el supuesto “infierno” que ha vivido: alejado de los suyos y señalado como el culpable del crimen y que sus hijos lo ven como un “Hitler”.

El Faro es el tercer medio al que Saravia da entrevistas, después de la concedida a Co Latino en 2006, y un año antes al Miami Herald.

En la entrevista que publica El Faro, Saravia afirma que el asesino de Monseñor Romero no salió del equipo logístico de D´Aubuisson, sino de otro “conspirador”, otro grupo, u otro escuadrón de la muerte, el de Mario Molina, hijo del ex presidente Arturo Molina.

Saravia asegura que fue del equipo del hijo del ex presidente Molina de donde salió “el asesino, el arma y el equipo de seguridad” y no del de D´Aubuisson.

D´Aubuisson sólo habría conspirado y ordenado el asesinato, pero como en la década de 1980 existían varios grupos ultraderechista, las iniciativas de colaborar para combatir el “comunismo” sobraba, por lo que el grupo de Mario Molina fue uno de ellos, dice Saravia a El Faro. D´Aubuisson prestó parte de su equipo, entre ellos a Armando Garay, motorista de la misión, y del Capitán Saravia.

“Temprano, en la mañana del 24 de marzo de 1980, el capitán Eduardo Ávila Ávila entra a la casa de Alex “El Ñoño” Cáceres y despierta a Fernando Sagrera y al capitán Saravia. Lleva en la mano un ejemplar de La Prensa Gráfica, abierto en la página 20, como prueba de que hoy es un buen día para matar al Arzobispo. Esa página repite varias veces los dos apellidos del capitán Ávila- Ávila.

El periódico anuncia una misa conmemorando el primer aniversario de la muerte de la señora Sara Meardi de Pinto. Su hijo, Jorge Pinto; sus nietos y las familias Kriete-Ávila, Quiñónez-Ávila, González-Ávila, Ávila-Meardi, Aguilar-Ávila y Ávila-Ávila, entre otras, invitan “a la santa misa que oficiaría el Arzobispo de San Salvador, en la Iglesia del Hospital de la Divina Providencia, a las 18 horas de este día”, cita el periódico digital, y que lo vincula con la estrategia para cometer el crimen.
En el informe de la Comisión de Verdad se habla del vehículo que se utilizó para el crimen. Otro de los recursos que aportó la gente del fundador de ARENA, el Mayor Roberto D´Aubuisson.

En sus nuevas declaraciones, el capitán Saravia menciona a Fernando Sagrera, hombre de confianza del fundador del partido ARENA, y a Gabriel Montenegro, quienes hasta hoy no habían resultado mencionados en el crimen. Sin embargo, las declaraciones de Saravia los señalan como “custodios” de los autores materiales del magnicidio, quienes esperaron a pocos metros de la capilla del hospitalito de la Divina Providencia.

Sin embargo, en la entrevista, Saravia no aclara quién fue el hombre que disparó aquella arma que silenció la vida de Romero.

Una fuente de Diario Co Latino, que estuvo en la Sección 2 de la Guardia Nacional, en aquella época, dice creer que el tirador pudo haber sido “El Chato Castillo”, de la S2 de la Policía Nacional, o “Vega Valencia”, de la Guardia Nacional. Que los dos pertenecían a un “súper escuadrón de la muerte conocido como “Las 3ESES”, en referencia a la integración de miembros de las secciones 2, dedicadas a las investigaciones de políticos, de la Policía de Hacienda, Guardia Nacional y Policía Nacional.

Saravia aceptó a El Faro, que D´Aubuisson, desde San Miguel, dirigió la operación: “Ávila les notifica primero que ya tiene al tirador: un miembro del equipo de seguridad de Mario Molina; sólo necesita un vehículo. Eso les toca a ellos. “Mario Molina nos mandaba a pedir un carro… que había que contactar a Roberto (D´Aubuisson). El Negro Sagrera se puso a hacer unas llamadas y averiguó dónde se encontraba. Le hablamos por teléfono. El Negro Sagrera me dijo: ‘Quiere hablar contigo’ .

Le dije ‘mire, mayor, ¿y de qué se trata esto? A mí me parece raro que nos vengan a pedir un carro’. Las palabras de él fueron: ‘¡Hacete cargo!’. Bueno, está bien, mayor, lo vamos a hacer. Pah. ‘Sí, ahí te lo voy a llevar, ¿a qué horas nos podemos juntar para darte el carro, pues?’, le dije (a Ávila). ‘Mirá -me dijo-, si con seguridad nos vemos unos... pongámosle una hora antes de la muerte de Romero’”. A las 5 de la tarde, en el estacionamiento del hotel Camino Real”

Saravia también acepta que la hoja encontrada en su agenda, que contiene el plan para matar a Monseñor Romero, “El Plan Piña”, fue hecho por D´Aubuisson, es la letra de él, asegura. La agenda le fue decomisada a Saravia, en 1980, cuando, aún siendo de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Adolfo Majano ordena la captura de D´Aubuisson, y su equipo, quienes estaban reunidos en la Finca San Luis, de Santa Tecla.

El periódico digital cita documentos desclasificados del Departamento de Estado, de Estados Unidos, que habla de “ultraderechistas” que financiaban los escuadrones de la muerte.

El empresario y piloto aviador, Roberto Daglio, se menciona como el que proporcionaba casas de diversión para los hombres de D´Aubuisson. Daglio prestaba su casa donde se movía droga, armas y mujeres.

Además, se menciona como integrante del “Miami Six”, que reunían dinero para financiar las operaciones ilegales de D´Aubuisson.

El Miami Six es un Grupo que se dedicaba al terrorismo: ordenaba asesinatos, secuestros y la colocación de artefactos explosivos, financiaba a los escuadrones de la muerte y tenía como objetivo destruir cualquier intento de reforma en El Salvador y acabar con todos los comunistas, afirma el documento desclasificado. Otros de los involucrados en el “Miami Six”, según el departamento de Estado, es el propietario de El Diario de Hoy, a quien identifican como “Viera Altamirano”, “Enrique Viera Altamirano” o simplemente como “Enrique Altamirano”, actual director de ese medio impreso. Además de Luis Escalante; Arturo Muyshondt y los hermanos Salaverría (Julio y Juan Ricardo).

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"Acusado del crimen de Monseñor Romero da el nombre del resto de conspiradores",
Diario CoLatino, 23 de marzo de 2010.

http://www.diariocolatino.com/es/20100323/nacionales/78150/