Estados Unidos metido hasta los codos
Desde hace más de un siglo, nuestro país es semicolonia de Estados Unidos. A lo largo del siglo 20, el imperialismo estadounidense sostuvo las más brutales dictaduras militares y en los años 80 entrenó, armó y asesoró a los antiguos cuerpos policiales y a los batallones élites que masacraron a nuestro pueblo.
Terminada la guerra en 1992, la oligarquía salvadoreña se injertó con el capital estadounidense y aplicó medidas antipopulares que le aumentaron sus riquezas, tales como las privatizaciones, el IVA, los TLC, la dolarización y otras.
Después del cambio político de marzo de 2009, el imperio trata de impedir que El Salvador mejore su relación con los países del ALBA, cuida que no se desmonten las políticas neoliberales y frena el avance del FMLN en el control del gobierno. Ahora, con lo de Melgar, Estados Unidos metió hasta el codo, pues el exministro fue un importante jefe militar del FMLN durante la guerra.
En septiembre pasado, Estados Unidos puso a El Salvador en una "lista negra" de países narcotrafi-cantes(1). Melgar solicitó los nombres de los narcos(2) para capturarlos. Los funcionarios estadounidenses no respondieron. Luego, el 3 de noviembre, los gobiernos de El Salvador y Estados Unidos firmaron el convenio "Asocio por el Crecimiento", que financiará la seguridad. Es lógico que a cambio de esa firma Estados Unidos presionara por la salida de Melgar.
Para la derecha, entre más muertos... mejor
En la campaña contra Melgar está montada la derecha, que a través de sus grandes medios infla el problema de la delincuencia y oculta que la inseguridad fue heredada de los gobiernos de ARENA, que dejaron una tasa de 12 homicidios diarios(3).
La delincuencia es un gran negocio de los empresarios que prestan servicios de seguridad privada y venden armas. Además, varias masacres tienen características de ejecuciones de escuadrones de la muerte.
Melgar no renunció por ineficiente sino por presiones de quienes protegen a grandes empresarios y políticos metidos en la poderosa mafia de narcóticos.
A los empresarios no les conviene que termine la delincuencia, pues terminaría su negocio; tampoco le conviene a ARENA, ya que perdería un arma electoral.
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