20 de marzo de 2010.
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Nunca será sencillo encontrar las palabras adecuadas,
para hablar de un mártir, un profeta, un aténtico pastor.
El legado de Monseñor Romero, no se queda en sus palabras,
sino en la presencia de miles de personas que hoy
lo proclamamos profeta.
Treinta años después de su homicidio,
aún falta por juzgar a quienes lo asesinaron.
Pero las consecuencias más importantes
del inevitable descubrimiento de la verdad
que ahora se está dando a conocer,
traerá muchos cambios sociales y políticos
para el futuro de nuestro país.
Así, 30 años después de su martirio
Monseñor Romero sigue hablando,
y transformando la realidad de El Salvador.
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