sábado, 17 de octubre de 2009

090. Educación, ¿A beneficio de quién?

Las cifras del Presupuesto General de la Nación para el rubro de Educación siempre suelen ser esperanzadoras, pero siempre, en la realidad, esas cifras se van en grandes agujeros negros, proyectos en los que son mal invertidos o no se alcanzan los objetivos esperados. Revisando uno de los Presupuestos pasados me lleve la sorpresa de que el Estado destina parte de sus fondos de Educación en Universidades Privadas con fondos que bien podrían destinarse a la educación nacional directamente, algunas de estas universidades se sostienen sobre cuotas bastante altas que solo un sector de la población puede pagar y sin embargo, reciben su parte en el presupuesto.

Es difícil entender inversiones de esa naturaleza en Educación Superior cuando el promedio de escolaridad en el país es de Tercer Ciclo, así, la mayoría de la población no aprovechará dichos recursos en universidades y mucho menos si son privadas, sobre todo en un país en el que es más fácil ingresar a un Call Center que a la Universidad.

En estos últimos días se ha cuestionado el contenido de los nuevos programas de educación, alegando que se quieren introducir ideas izquierdistas y revolucionarias sobre el modelo económico del país. Las escuelas más que enseñarnos el sistema económico deberían orientarse a reforzar el conocimiento histórico y los verdaderos desafíos para construir una nación con verdaderos valores y con derechos asumidos con responsabilidad por parte de la población.

La realidad de nuestros países latinoamericanos refleja que siempre hay más debilidades que fortalezas en el sector salud y Educación. La pobreza de nuestros países no solamente se ve reflejada en la imposibilidad de acceder a una canasta básica alimentaria sino también en el hecho de no poder ingresar al sistema educativo como un derecho inalienable a las personas.

Es bonito ver cómo se hace conciencia para los derechos y deberes ciudadanos como votar, pero la verdadera oportunidad de los pobres no se da en un intercambio entre el gobierno y el pueblo. El pueblo hace legítimo el derecho de nuestros representantes de sentarse a la mesa a discutir problemas reales con soluciones irreales mientras a cambio nuestros pueblos reciben un tiempo de comida el día de las votaciones, artículos promocionales y abrazos durante las campañas electorales que luego son olvidados bajo los manteles y protocolos de reuniones.

La verdadera oportunidad del pobre no es poder votar, ni salir a la calle a protestar esperando que otros hagan, sino, crear una verdadera conciencia, obtener la educación que nos ayuda a pensar y a despertar nuestro propio criterio, sea cual fuere, hacerse oír no por medio de la violencia sino por acciones constructivas y equitativas. Justas.
Es mucho más fácil dominar un pueblo ignorante que uno que ya no se encuentra adormecido. Un rebaño de ovejas que no encuentra su pastor anda perdido, cualquiera se adueña de él y lo convence de caminar por veredas que muchas veces no son las más adecuadas.

Hace poco leía en un libro que el que no lee no tiene ninguna ventaja sobre el que no sabe leer. El punto no es estar arriba de los demás si se tiene ese privilegio, sino poner nuestro conocimiento al servicio de los demás, saber compartir la oportunidad que a algunos se nos ha otorgado de una manera fácil.

La verdadera oportunidad de los hombres es cuando salen de su ignorancia y son capaces de defender lo que legítimamente les pertenece. El derecho a la vida. Una vida completa, digna y justa. Una vida en verdadera libertad.

Lo malo es que seguimos queriendo ignorar que la calle también enseña y gratuitamente, y después tenemos que andar buscando planes Super Mano Dura, utilizando a la Fuerza Armada y buscando medidas correctivas. Dando patadas de ahogado.

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:: Yami Flores

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