domingo, 21 de diciembre de 2008

011. El enemigo íntimo

Las campañas políticas dan risa y tristeza. Se levantan pasiones, se exaltan virtudes propias y se denigran defectos ajenos, se manipulan noticias al gusto. Después cuando conviene se hacen pactos alegres e irresponsables.

Fuentes bien informadas aseguran que ya hay pactos entre los dos partidos grandes y uno chiquito para repartirse los cinco magistrados de la Corte Suprema que habrá que elegir el año próximo.

También algunos diputados del FMLN le están sonriendo, disimuladamente, claro está, a las compañías mineras, uniéndose en las sonrisas con colegas de ARENA, PCN y PDC. Siempre es bello sonreírle a las transnacionales, independientemente de la ética que haya detrás de sus negocios.

La enemistad entre partidos alcanza solamente hasta el punto en que los beneficios mutuos pueden ponerse en peligro. Por eso es triste que una buena parte de nuestra gente se tome en serio todo lo que los partidos dicen, se crean a pies juntillas las consignas e incluso lleguen hasta al insulto agresivo, a la amenaza y a la enemistad personal. Mientras en la base se pelean, sus representantes toman champán y se cuentan chistes en las fiestas de las embajadas.

Un ejemplo de estas enemistadas de coyuntura lo encontramos en el manejo del tema de los aproximadamente cuarenta grupos armados detectados en el país. Unos hablan como si estuviéramos a punto de retornar a una guerra civil, y otros se justifican diciendo que desfilan con fusiles de juguete. Ni unos deberían desproporcionar los hechos, ni otros justificarse alegremente.

Lo cierto es que en el país hay demasiada gente armada y demasiadas armas en manos civiles. Y los partidos políticos deberían pactar con seriedad una reducción drástica de armas en manos de civiles. ARENA debería ser más responsable y, desde el Gobierno, proponer normas que endurecieran cada días más la tendencia legal de armas y castigaran con mayor severidad la tenencia ilegal de la mismas. Y el frente debería abandonar esa ridícula tendencia a exaltar el pasado guerrillero disfrazándose de militares y portando armas supuestamente de juguete.

Quienes pensamos que Centroamérica no necesita ejércitos (ya hay dos de los siete países que no los tienen), no queremos armas en manos de civiles ni deseamos exaltación de las armas, aunque sean de juguete. Aunque hay que investigar esos famosos grupos armados –la mayoría de los cuales son sin duda delincuentes- es todavía más importante el restringir el uso de armas, pues son estas las que posibilitan altos grados de violencia y causan tanta muerte entre nuestra gente y, sobre todo, entre jóvenes.

Ni ARENA ni el FMLN están tocando con seriedad en la campaña el tema de la tenencia de armas. En cambio nos montan un show en torno a las inconsistencias de unos y la poca investigación de otros en torno a los grupos armados. Como si aquí no hubiera bandas armadas de delincuentes que no solo caminan con impunidad, sino que matan de la misma manera. Enemigos íntimos que ceden después a intereses, como el negocio de las armas, ante el que no tienen ni pensamiento serio ni determinación política.

Moraleja: No creamos en los gritos ni en la falta de seriedad que podemos encontrar día a día en los pleitos de campaña. Para gritos histéricos y obsesiones hepáticas ya está en su rincón Enrique Altamirano, peleando con el suéter de Don Evo, con los derechos humanos de Carter y con los curas de sotana roja.

:: José María Tojeira.
La Prensa Gráfica, viernes 19 de diciembre de 2008.

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